Ensayo Módulo 1. Reflexión sobre un ejemplo de desiguladad.
Como hemos visto
en los materiales del curso, decían Berger y Lukmann en los años 60, que las sociedades
construimos colectivamente significados compartidos de lo que nos rodea para
dar sentido a nuestras vidas, y que lo asumimos como verdades objetivas,
naturales y modelos a imitar.
Nada es neutral
al género, así que la desigualdad es fácil de encontrar en sectores culturales,
dónde los hombres y mujeres ya tienes definido un rol de género claro.
Este rol de género
en este sentido en muy incisivo en las cualidades que tiene que tener una
mujer, una mujer que se dedique a la música,
una mujer que se dedique a la música popular, una mujer que tenga cierta edad.
La comparativa es
triste, puesto que el mensaje social es que cuando se supera cierta edad, las
mujeres cantantes deben dejar de ser provocativas a nivel sexual, puedes ser
Patti Smith o Deborah Harry, por poner unos ejemplos femeninos, que viviendo su
sexta década, dentro de su ámbito siguen en activo, asumiendo un papel de
leyenda en el que se les permite seguir actuando, ser referentes, pero en
pequeña escala, nada masivo, y me planteo si es porque han decidido no
comunicar su sexualidad.
La situación
contraria la vemos en Madonna, una mujer de 61 años que se ha negado a dejar de
lado la expresión de su sexualidad, algo que ha hecho en toda su carrera, que
hizo correr ríos de tinta en su juventud, y que ahora lo sigue haciendo, pero
es una tinta de otro color. Las normas de género también se extienden como
plagas en la industria musical mainstream.
La mayoría de los
críticos musicales (hombres) y sorprendentemente muchos periodistas jóvenes
(hombres) descargan contra ella una especia de rabia inexplicable, dejando en
segundo plano la calidad de sus trabajos artísticos, y centrándose en un ataque
feroz hacia su expresión sexual, algo que parece ser que una mujer no puede
hacer a determinada edad.
Si David Bowie o
Bruce Springsteen han seguido haciendo lo mismo que han hecho durante toda su
carrera, son venerados como titanes de la música, a los que , además de sus
cualidades artísticas, se les valora la fidelidad a sus principios musicales
y/o estéticos (si, también tienen estética).
A Madonna eso no
se le permite, su fidelidad a sí misma es cuestionada de forma cada vez más
feroz, acrecentada por la variable de la edad, el “aggeism” como ataque a toda
mujer que pretenda sentirse atractiva o sexual a partir de cierta edad, algo
que en un hombre no es siquiera cuestionado. ¿se la percibiría de otra forma si
abrazase una expresión más de señora acorde al rol de género establecido?
Pero aparte de la
sexualidad hay algo más en los roles de género, ya que no se espera que una
mujer sea fuerte, agresiva, independiente o insumisa.
Parece que esta
construcción social del género ha incluido en la definición del estereotipo de “mujer” o “femenino” un supuesto “recatamiento”
que a los “hombres” no se les pide, y parece que se ha asumido como verdad
universal. Romper esa verdad cuestiona el entendimiento de nuestra existencia
(como lo hacen otras verdades aceptadas como universales) y hay una parte de la
sociedad que se niega a cuestionar lo establecido.
Ese modelo es sin
duda dañino y debe ser deconstruido, en sociedades capitalistas agresivas, como
la de Estados Unidos, encontramos que a cantantes como Britney Spears se las
considera “abuelas” con 38 años, pero no se las considera niñas cuando a los 16
son hipersexualizadas para crear un producto musical que genere millones en
beneficios.
Pensar en formas
de reducir o eliminar este comportamiento no es fácil, pues al final la
dimensión sale de la cultura y entra en las relaciones de género y poder, ojalá
pudiese tener porcentajes reales, pero me da la sensación de que los
responsables de las discográficas, críticos musicales, promotores, managers, y
la mayor parte del tejido de la industria musical, está ocupado por hombres…
¿Qué podemos
hacer? Pues como en el resto de los ámbitos, comencemos por “Dejar vivir..”
bajo esta expresión quiero transmitir la posibilidad que todos tenemos de,
voluntariamente, dejar de sentirnos amenazados o cuestionados por la elección
de otras personas, en toda su actividad como miembros de una sociedad.
En nuestra mano y
voluntad está la posibilidad de cuestionar los modelos heredados, reenfocar la
forma de percibir ese tipo de comportamientos. Si algo nos molesta podemos
preguntarnos ¿tiene el género algo que ver en esto?... ¿es porque lo hace o lo
dice una mujer? ¿lo considero más valioso o correcto porque lo dice un
hombre?...
Mientras
desarrollamos esa capacidad, podemos eliminar la capa despectiva que nos
transmiten algunos medios, escuchar el disco de Madonna, y decidir por nosotros
mismos si nos gusta o no, sin que nos suponga un problema que a los sesenta
años siga enseñando las tetas.
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